La Tierrita

«Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo» – Eduardo Galeano

Creemos en el poder de la palabra, aquella que era un símbolo sagrado para nuestros ancestros, quienes con un apretón de manos sellaban pactos y realizaban acuerdos comerciales sin más formalidades que un café en cualquier tiendita o panadería del pueblo…
Desafortunadamente esa tradición es muy difícil encontrarla en nuestra vida cotidiana, acelerada, llena de formas, protocolos y papeleos, pero no tan difícil es aun encontrarla en medio de sombreros, botas y azadones, donde manos fuertes y pieles curtidas por el trabajo y las largas jornadas bajo la luz del sol, continúan de forma incansable, desarrollando una labor vital, pero tristemente desconocida y subvalorada por nuestra sociedad.
Y si el campo y nuestros campesinos cumplen una función vital en nuestra vida y sociedad, por que hay pobreza en el campo, ¿por qué hay migración de campesinos a las ciudades?, ¿porque hay protestas y paros agrarios?, ¿por qué tanta desigualdad?… Por qué en un país rico en recursos hídricos y con una vocación agrícola por naturaleza, es justamente uno de los más pobres en su manejo y aprovechamiento?, ¿Por qué según las cifras del último censo agrario realizado después de más de 50 años se concluye que más del 44% de la población del campo vive en condiciones de pobreza?

Estas serán interrogantes tal vez difíciles de responder, aunque más que una causa, buscamos encontrar una solución, un camino que nos permita contribuir en la construcción de una comunidad campesina fuerte, empoderada y con mayores herramientas para transformar su entorno.

Nemesio es un campesino y artesano del municipio de Junín, cultiva la tierra y realiza obras de arte con cachos y cascos de vaca, es alegre y trabajador, pero se preocupa al ver cómo la gente se encarga de dañarle el corazón al campesino…

“En ocasiones llegan personas y nos ofrecen buenos precios por la producción de un cultivo en particular, por ejemplo la harina de sagú, y pues claro uno se confía y le mete la ficha a la siembra, pero resulta que este señor, le dice lo mismo a 10 o 20 productores más, y todos confiados pues le hacemos; luego a la hora de la cosecha este señor nos dice que hay una sobreoferta del producto y que ahora nos lo va a pagar a la mitad del precio convenido – y uno que hace – pues vender – porque que más va a hacer uno – toca recuperar por lo menos la inversión…”
Como esta hay muchas historias de nuestro campo, algunas tristes y otras alegres, pero todas al final nos inspiran, nos enseñan y nos animan a hacer un alto, reflexionar y tomar acción frente a nuestro papel y compromiso como individuos y como sociedad, donde nuestras acciones pueden cambiar el desequilibrio en la balanza, recuperando la confianza y dándole de nuevo valor a la palabra, a un café, a un apretón de manos…